Contacto
con el Sáhara
Cruz Barba
El
Sáhara puede ser terriblemente duro, pedregoso, árido.
El aire levanta un polvo con lo cual lo ves todo como por
un filtro, poco nítido, nebuloso. Ves las siluetas
de esas mujeres tan fuertes, a la vez tan frágiles,
tan llenas de color, tapadas con sus mehlfas, ligeras,
coloristas que según el momento las utilizan para
taparse su precioso pelo, su cara y hasta sus hermosos ojazos.
Ellas desempeñan un papel fundamental en este campo
duro y desértico. Se esconden en sus pequeñas
cocinas hechas y fabricadas de adobe y de allí sale
con un exquisito cuscús, un tajim o una deliciosa
ensalada. Te miran y, siempre con su voz dulce y gutural,
te dan la bienvenida y te invitan a pertenecer a su familia.
Su
organización es tan buena que no puedes imaginar
que con tan pocos recursos sean capaces de tanto: tener
todos sus niños escolarizados y posteriormentes formados
en paises amigos (Cuba, Argelia...). Pero sí, es
posible. También que puedan fabricar en pleno desierto
medicamentos con la ayuda de Medicus Mundi. Pero sí,
lo hacen. Y pese a esa nota de precariedad, de espera, siguen
viviendo, luchando, esperando que el referéndum llegue,
que puedan volver a ocupar su tierra. Y si esto no sucediera,
están dispuestos a todo. Tienen esa determinación
en su mirada, en su rostro. Es un pueblo que sufre pero
que no se humilla. Se sienten orgullosos de lo que han conseguido.
Saben que se han de formar, que han de ser un pueblo preparado;
y esos se nota en esos niños atentos y disciplinados
en la escuela. Pero divertidos, alegres, vitales cuando
corren descalzos entre las piedras, la arena, y juegan con
su cuerpo y con otros niños ya que el juguete esta
ausente, no existe, pero sí sus ganas de vivir, su
curiosidad, su cariño. Se te acercan en tropel con
una pregunta en los labios: "¿Y tú de
donde eres?". Y te explican donde han estado.
Pienso
que es un priviliegio poder visitar esos campos de refugiados,
sus gentes, pisar su desierto y apreder esa lección
maravillosa de cooperación, de austeridad, de lucha
por algo en lo que creen. Siempre tienes la sensación
que recibes mucho más de lo que entregas.
Des
d'una duna del desert
Enric Pera
Quan
vaig començar a respirar les virtuts d'aquell entorn, ja
gairebé era l'hora de marxar. Descriure el moment més representatiu
de la meva estada se'm fa difícil ja que tot moment és record.
Si creiem en que l'entorn fa la persona, imagineu-vos un
lloc on al matí, envoltat de silenci, t'acariciï la humitat
que arriba de l'Atlàntic, i que discretament mulli la mateixa
terra vermella que amb tendresa acaricia els teus peus nus.
Els gustos del te, les olors dels menjars, la mescla de
colors....Tirabuixons de sorra que es tallen en passar un
grup de saharauís, tot adornant el seu caminar cap caigut,
amb la cua del turbant espetegant enèrgicament.
Sobre
la plana més alta, a les vores del poble, contemplant fins
a 40km a l'horitzó, m'envaeix una sensació d'espiral, trobant
coneguts pel camí. I assegut sobre aquesta duna, el miratge
brillant sota els meus peus, sentint la calor del sol, tastant
la fredor i la lentitud dels seus passos per sobre de catifes
de sílex i deixant com a testimoni de la seva cursa, la
rosa del desert.
altres
records i imatges
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